Por. Andreas Cademartori C. / Ex comunista.

Ocurridas las elecciones del 28 de Julio en Venezuela se supo que a ella habían concurrido, en calidad de observadores, un grupo de chilenos que, al darse a conocer estas elecciones como fraude, reaccionaron en defensa de Maduro y del acto electoral, incluso enviaron una carta al gobierno de Chile para que no solo reconociera estas elecciones, también a Maduro como presidente electo.

En el comunicado  afirman que el acto electoral “cumplió con los estándares democráticos internacionalmente reconocidos”, y agrega que “pudimos constatar directamente el trabajo serio del Consejo Nacional Electoral  como poder autónomo y soberano de la república bolivariana de Venezuela”.

Es pertinente reconocer que en todas las elecciones efectuadas en Venezuela durante los últimos 15 años, el Consejo Nacional Electoral de ese país siempre entregó, públicamente y antes de 3 días, las actas y toda la documentación que certificaban la seriedad del acto electoral. Transcurridas más de 3 semanas de las elecciones efectuadas el 28 de Julio el CNE de Venezuela, único organismo autorizado para certificar la seriedad de las elecciones y a diferencia de elecciones anteriores, no solo no ha entregado las actas y la documentación necesaria, sino que cerró sus puertas a cualquier investigación mientras entidades autorizadas por el propio gobierno de Maduro, como el centro Carter, además de los observadores de Naciones Unidas, informan que el acto electoral fue fraudulento.

En este contexto los “veedores chilenos” que desde Santiago hacen declaraciones en defensa de Maduro, observan que en la medida que trascurre el tiempo vuelven a su irrelevancia política en el país pues se trata de entidades marginales, como el movimiento allendista creado y dirigido por Esteban Silva y 4 seguidores que, en años, no ha sido capaz de reunir 100 firmas para ser un partido político en formación, además de contar ya no solo con el rechazo, sino con el desprecio de la familia del presidente Allende. Silva y sus 4 amigos son conocidos por su desfachatez política pues este, en redes sociales e internet aparece como “el creador del estallido social en Chile”, algo así como el Lenin chileno, lo que es una mentira del porte de una catedral, pero que cumple la función para quienes sirve y que, en sus países, violan los DDHH y sus jefes cometen crímenes de lesa humanidad que son investigados por tribunales internacionales, lo que ocurre no solo en Venezuela, también en Nicaragua y el Sahara donde sus amigos del Polisario, además de violación de mujeres y uso de menores, se encuentran acusados hasta de robar ayuda para los refugiados.

Eduardo Artes, quien manifiesta que en Corea del norte hay una verdadera democracia no merece mayores comentarios, como tampoco el abogado Roberto Ávila, ex amigo de Silva que ahora, después de haber sido expulsado, se ha reintegrado al PS donde debe responder por estas actividades pues, como todo el mundo sabe, el partido de Salvado Allende ha denunciado con fuerza el fraude electoral perpetrado por Maduro en Venezuela.

También aparece defendiendo a Maduro el presidente de la central autónoma de trabajadores y trabajadoras. CAT Chile (así aparece en el comunicado) lo que no deja de llamar la atención pues la principal central sindical de este país, la CUT, no ha querido arriesgarse con declaraciones y se nos dijo que sus dirigentes, conscientes de lo que venía, no habían aceptado la invitación para actuar como observadores en Venezuela: “eso es para quienes hacen turismo sindical”. También se comentó que el presidente de la CAT hace años no realiza reunión de su sindicato base por la simple razón de que no lo tiene y tampoco de su confederación del transporte que nadie sabe dónde siquiera existe. La CAT Chile, que nace con inspiración cristiana para ser alternativa democrática a la CUT controlada por los comunistas, al parecer ahora está en el otro extremo, con muy poca o escasa representatividad, pero firme en la defensa de quienes violan derechos humanos o sindicales, como ocurre en Venezuela donde el PC de ese país ha denunciado el encarcelamiento de dirigentes sindicales que demandan mejoras salariales. No se trata de opositores de ultraderecha o pro imperialistas, sino luchadores sociales que Maduro reprime, dando con ello forma a una nueva forma de fascismo, pero en ningún caso de izquierda pues, entre las consignas de Maduro, por ninguna parte aparece la sustitución del sistema capitalista como si lo hace el partido comunista de ese país.

Con estos personajes es difícil tomar en serio  su requerimiento “al gobierno de Chile para que respete la institucionalidad  democrática de  estado de la República Bolivariana de Venezuela y a reconocer las voluntad de los venezolanos nítidamente aceptada en las urnas”, yes difícil no solo por la poca autoridad ética, política o moral  de quienes, a cambio de un plato de lentejas, desde su irrelevancia, demuestran con sus hechos y declaraciones hasta que nivel de bajeza puede llegar el oportunismo.

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